Dio la casualidad de que fue hoy que al joven se le permitió follar a la chica con su coño justo en el sofá de masaje. No tenía idea de que algo así pudiera ancianas follando con jovenes pasar en su vida, pues siempre estuvo segura de sus sentimientos y sensaciones. Una especie de excitación incomprensible y ultrarrápida la tomó por sorpresa, dejó de controlar la situación, comenzó a gemir y pronto los dedos del chico estaban debajo de una toalla blanca, tirando de su húmedo y prominente clítoris. Se volvió loca, tenía tantas ganas de terminar, por eso abrió las piernas.
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