Un agradable masaje entre las tetas fascinó a una chica genial. Ni siquiera sabía qué pensar, era tan bueno. En su interior bullía un deseo de besar en los labios a este amado, pero ella no se soltaba, pues tenía mucho miedo de meter la pata. Afortunadamente, su deseo no era unilateral. El masajista estaba del mismo humor, decidió usar los privilegios de su propio trabajo para ver cómo reaccionaría ella a sus acciones. Metió su mano en las tetas, en respuesta solo escuchó gemidos, y luego imagenes ancianas desnudas movió sus dedos hacia el coño, fue entonces cuando ella se separó para conectar sus labios con los de él…
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