El travieso mujeriego excitaba con pasión y agresividad el coño con el dedo para facilitar al máximo la entrada con la polla. La niña entendió perfectamente lo que estaba haciendo y decidió no interferir, echó la cabeza hacia atrás sobre la almohada y se entregó en sus hábiles manos. Las sensaciones eran simplemente divinas, ella no dejaba de gemir y pensaba que hacía pono ancianas mucho tiempo que no echaba un polvo tan bonito. Para potenciar el resultado conseguido, también se pegó a su culo, masajeándolo suavemente con su salvaje y maciza punta de cabeza pelirroja…
Ancianas xxx
© 2021 Todos los derechos reservados.